
Con el embarazo proyectamos un futuro con nuestro hijo.. pensamos cómo serán las cosas y qué haremos: con su ropa, su cuarto, quién lo cuidará cuando regresemos al trabajo, y hasta qué haremos con ese bebé en esas fechas.
La primera fecha que me tocó vivir a mi fue el mundial. Al estar embarazada de 7 meses ya había conversado mi licencia maternal del trabajo y por ende pensaba "Uyy el mundial lo voy a ver en casa!". Es emocionante compartir el mundial en el trabajo porque se arman reuniones colectivas en el comedor o en las salas de reuniones y se comparte mucho el espíritu festivo: todos juntos alentando. Yo creía que me perdería eso.. pero no importaba... tendría a mi bebé para que gritemos juntos los goles. Pero no fue así.
Llegó el mundial. Mi bebé estaba en el cementerio y yo estaba en el trabajo... sola.
Demasiadas ilusiones rotas. Demasiadas imágenes equivocadas.
Mis compañeros de trabajo gritando y alentando al equipo de Argentina. Y yo, encerrada en una oficina... llorando... sin tener fuerzas para salir. Me escondía por dolor. Me encerraba por el sufrimiento de tener que afrontar una realidad muy dura: era mi primer mundial sin mi bebé.
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