Antes hablé sobre qué no decirles a
los padres que han perdido un bebé. Y me parece justo escribir sobre cómo
acompañarlos o qué tipo de cosas decirles. Ya que sino parece que no hay nada
que hacer por ellos, y eso esta muy lejos de la realidad.
Quisiera compartirles una carta que me
parece que resume exactamente todo esto. La misma se encuentra en el libro
"El desafío de re-nacer" de Mauricio Meza Acosta. Me crucé con este
maravilloso texto en el blog “Yo te esperaba”.
Considera
mi duelo
No
te pido que me des un trato especial.
No
estoy enfermo, no tienes que alejarte de mí.
Sólo
te pido que consideres algunos aspectos pues me ha sucedido lo peor que me pudo
haber sucedido.
Te
pido que no tengas temor de pronunciar el nombre de mi hijo ya que el vivió,
vive aún en mí, fue y es muy importante.
Considera
lo feliz que me siento de saber que tu también lo recuerdas y hablas de él.
Me
gusta saber que tú también lo tienes presente en sus cumpleaños y aniversarios.
Considera
que pasaré tal vez en un mismo día por diferentes emociones.
Puedo
vibrar de alegría al recordar a mi hijo y puedo llorar después por su ausencia.
Tal
vez un día estaré feliz y otro será desastroso para mí.
Te
pido que me des espacio para ser libre con mis emociones, aún estoy trabajando
en ellas.
No
me obligues a estar contento cuando estoy retraído, porque estoy pensando en mi
hijo.
Considera
que lo que me ha pasado no tiene nombre.
No
lo compares a otra situación que te haya sucedido a ti.
Perder
un hijo no es igual a otra muerte o evento.
Por
favor, no hagas comparaciones.
Considera
que a pesar de que estoy trabajando en trascender mi duelo
y
elaborar mis emociones, no sé cuánto tiempo pueda durar esto en mí.
Aunque
los profesionales digan que el duelo dura de uno a tres años, a veces pienso
que pasarán muchos años para poder superar este trauma.
Dame
tiempo, no sé cuanto...
Por
favor no me consueles con explicaciones teológicas o religiosas, no me digas
que "Dios quería otro angelito con ÉL".
Considera
que es normal el hecho de que yo replantee mi fe y mis creencias.
Incluso
permíteme cuestionar mi religión y algunas otras cosas y no me hagas sentir
culpable.
Yo
sé que saldré con fe nueva y fortalecida en Dios, lograré un nuevo
entendimiento con ÉL.
Considera
que mi cuerpo también me pasa la factura por este golpe emocional.
Puedo
ganar o perder peso, dormir mucho o no dormir, tener raras dolencias y ser
propenso a estar enfermo.
Considera
que hay momentos en los que no me puedes
hablar de problemas económicos.
Yo
los conozco. Sólo te pido que consideres el momento oportuno.
Por
último considera que tengo nuevos "anteojos" para ver la vida.
No
soy el mismo. Jamás lo seré.
Soy
diferente, no soy como antes, tal vez soy mejor...
Trata
de conocerme.